5:40 a.m. – Tarde otra vez.
5:45 a.m. – Sigue siendo tarde y yo sigo acostado.
5:46 a.m. – Llega el pánico de seguir acostado y atrasado al menos 15 min para llegar a tiempo a mis actividades laborales.
5:47 a.m. – Resignación a llegar tarde y decisión de descansar otros 5 minutos.
5:54 a.m. – Decido bañarme y comenzar a arreglarme.
6:15 a.m. – Sentado en ropa interior en mi cama decidiendo que ponerme.
6:33 a.m. – Por fin salgo de mi casa, llegaré tarde pero no demasiado.
7:30 a.m. – De acuerdo a mi horario laboral debería estar en mi trabajo en este momento, sin embargo, estoy aún a 20 minutos y para la hora a la que salí de mi casa me siento contento con el tráfico encontrado (no demasiado).
7:32 a.m. – Saliendo de una glorieta se me atraviesa un cirrus conducido por una señora de Guadalajara que apenas está aprendiendo a manejar.
9:50 a.m. – Después de esperar a los respectivos seguros, declarar los hechos, perder el tiempo y demás llego a mi trabajo con 2 horas 20 minutos de retraso, SUMAMENTE FRUSTRANTE
Más frustrante aún es que según ambos ajustadores y sin importar que la señora nunca vio que yo venía ni que ella está aprendiendo a manejar ni que quería continuar por la glorieta en el último carril resulta que (según el reglamento de tránsito) yo tengo la culpa y me tengo que chutar $6,000 de deducible y un mes sin coche (o lucir un feo y poco estético golpe en el frente de mi auto).
Ya pasó una semana y media y sigo frustrado
(Por cierto, parece que lo único bonito de este post es el título García Márquez es grande)